Cartas a la sonrisa

Te escribo no para recriminarte
sino para preguntarte por qué me dejaste.
Añoro los infinitos paseos de tu mano,
cuando incluso en el crudo invierno
me cobjijabas caliente en tu seno.
Pero fue asomarme a la madurez
a la vida adulta tal vez,
y desvanecerte sin aviso
apartándote de mí, dejándome en el olvido.
¿Cuántas primaveras han de pasar hasta poderte recuperar?

Vago por el mundo
cual navío perdido en la mar
que ansía un faro que le pueda iluminar.
Mereces saber, que la timidez en ocasiones me invade,
no dejándome más que un poco contraer el carrillo derecho,
y de reacia que me estoy volviendo
arrugas de expresión apenas tengo.
¡Vuelve a mí y sin rencor te lo suplico!
Pues una mueca de felicidad, que antaño no debí menospreciar,
hoy quiero recuperar.

¿Qué es?

¿Qué es la realidad?
Un sueño dormido.

¿Qué es la verdad?
Un espejo sin reflejo.

¿Qué es la conciencia?
Un camino desierto de transeúntes.

¿Qué es la paz?
Un sentimiento aún por encontrar.

¿Qué es la bondad?
Un regalo inusual.

¿Qué es la generosidad?
Un momento para entregar.

¿Qué es amar?
Un trueque de cariño.

¿Y qué es el ser humano?
El único capaz de preguntárselo

Confianza

A quien de palabras hermosas,
Pero de valor hueco
Engalane tu cuerpo,
No cedas confianza.

A quien te mire a los ojos
Entornando los suyos,
No creas que algún día será
Fiel amigo tuyo.

A quien acostumbre a sonreírte
Mostrando dientes afilados,
No has de poner como alimento
Tu valía en medio.

A quien cuando mal obres
Colme tus oídos con aplausos y vítores,
Que la ingenuidad no te lleve a pensar
Que cuando lo necesites, por tí se va a preocupar.

Pero a quien no diga siempre
Lo que quieras escuhar, y de tanto en tanto,
Te haga llorar, has de sopesar,
Que a esa persona tu amor puedes entregar.

Tiempo...

En una noche de inquietudes
Y de nostalgia en el corazón,
Una de esas muchas noches
En las que me remuevo en mi colchón
Aprecié ese constante y monótono tic, tac
Que acentúa el reloj cuando aún,
Sin haber dormido,
No nos queremos despertar.

Surgía en mi interior,
El desánimo y el desasosiego
Por algo como contemplar un amanecer
Que a muchos pone contentos.
Son las pesadas retahílas de mis pensamientos
Las que no me dejan descansar.
Es el miedo a que transcurra el tiempo,
A que pase, pase y pase sin cesar.

Será porque sé que si se marcha no tornará
O será por el miedo a no crecer como los demás.
Quizá ninguna de estas razones sea verdadera,
Recordemos que es una de esas noches nostálgicas,
En las que hasta que arrive el alba,
Todo el mundo se desvela

La filología del amor

Dicen que las palabras,
Ponen fin al horizonte,
Que el vocabulario define
La línea del pensamiento,
Pues no es igual aquel que de refranes se vale,
Que el que de la magia de los versos vive.

O inocentes e ingenuos fueron los filólogos,
O sentimientos como el amor nunca conocieron,
Y si no, que me expiquen a mí
Por qué si soy poeta,
No encuentro manera alguna
De decirte que te quiero y que te quiero con locura.